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eBook El camino del olvido El microcosmos en el macrocosmos
- Burgos, Castilla y León, España
- 5 días ago
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De acuerdo con la ley de la naturaleza el cuerpo material pertenece a la tierra. En el instante del fallecimiento del cuerpo, el alma se desprende lentamente de la envoltura mortal, el cuerpo, y de inmediato pasa a formar parte de una consciencia de un estado sustancial adecuado a su dimensión.
Los vínculos con personas que estaban muy familiarizadas con el fallecido, que vivieron junto con él durante muchos años, que adquirieron juntos algunas cosas y construyeron para sus familias o conocidos algo que para ellos era valioso, puede convertirse ahora en un problema para el recién fallecido.
Los parientes no ven el alma de la persona que antes estuvo cercana a ellos. Sin embargo, a la inversa, el alma ve a las personas con las que vivió y obró siendo un ser humano, porque el mismo magnetismo, sea hombre o alma, atrae siempre a lo igual. En el primer tiempo después de la muerte del cuerpo humano, su alma se encuentra aún en medio de las personas cercanas a ella. Sigue viviendo todavía en la idea de su valor como ser humano, en todo aquello que aportó al ser humano, un hogar, seguridad, prestigio y cosas parecidas, lo que por tanto era importante para la persona. El alma de esta persona no se puede desprender fácilmente de ello, el magnetismo con los valores de lo externo tiene demasiado peso. El imán es el entorno en el que el ser humano se sentía a gusto, donde practicaba sus costumbres, donde tenía prestigio, donde poseía bienes, obtenía ganancias y muchas cosas más. Si el alma no se puede desprender de todo esto, a pesar de reconocer que ahora es un alma, permanece en el entorno terrestre que le es familiar, pero invisible a los ojos humanos.
Los impulsos que le llegan respecto a su futura evolución como alma no quiere admitirlos al principio, porque éstos mueven en ella muchas cosas sin purificar que como ser humano quería olvidar o había olvidado. Lo que se introdujo en el macrocosmos material sale a la luz cada vez con más claridad en el alma. Lo que estaba olvidado se muestra en diferentes sucesiones de imágenes que le indican que supere, es decir, que en sus sentimientos y sensaciones purifique lo negativo que otra vez se ha actualizado y que reaparece, para liberarse de ello y poder luego olvidarlo.
Todo el sufrimiento, el daño y el dolor que por nuestro egoísmo o indiferencia causamos a nuestros semejantes, se torna vivo en estas secuencias de imágenes. Debido a que estas imágenes son el grabado trazado en nuestra alma, no nos las podemos simplemente quitar de encima, sino que las viviremos en nuestro propio cuerpo anímico. Dolores, duelo, soledad, abandono, sufrimiento y preocupaciones que experimentaron otras personas por nuestra culpa, todo eso lo veremos, lo sufriremos y soportaremos nosotros mismos como alma en nuestro cuerpo anímico. Por eso Jesús, el Nazareno, nos enseñó -y esto hay que repetirlo: “Haz las paces en seguida con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue a juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel”.
Más allá de la consciencia emisora del macrocosmos material, una constelación planetaria más etérea del macrocosmos de sustancia más fina del alma le da energéticamente recomendaciones acerca del camino a seguir hacia su siguiente punto de destino.
Si los seres humanos nos hacemos conscientes de que cada cual muere por sí mismo y de que el camino del olvido lo recorre solo, nos resulta mucho más fácil comprender que cada uno de nosotros es un individuo específico que energéticamente se rodea de lo que personalmente ha introducido de negativo en su interior. Éste es su fluido aquí como ser humano, y en el Más allá como alma.
Ninguna energía se pierde. Todas estas cosas y costumbres personales, que por último son propias de cada persona, las graba el macrocosmos material. También si estos rasgos de carácter, que la existencia en nuestro mundo tridimensional trae automáticamente consigo, no nos cargan, son de todos modos parte del camino del olvido.
Todo lo que los seres humanos hacemos cada día con toda naturalidad, porque la vida terrenal así lo exige, el alma ya sin cuerpo no lo necesita más. Ella vive en otra dimensión, que es de sustancia más sutil. Pero las costumbres las conserva por mucho tiempo. Todo lo que se hace es energía.
Editorial Gabriele
ISBN: 978-3-89201-891-9
Ref.: B348es
Español
E-book
Precio: 6,99 €
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