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eBook Horror Astral

Cada alma atada a la tierra tiene su volumen específico de energía, que muchas veces no es suficiente para actuar sobre seres humanos, para influenciarlos, utilizarlos e incluso poseerlos. Por eso ella pone en práctica lo siguiente: focaliza a seres humanos con su misma forma de pensar, trata de dirigir sus pensamientos por ciertos derroteros, o mejor dicho trata desde el principio de animar a sus víctimas a obrar de forma infame. Al hacerlo estimula en el aura del ser humano un aspecto de irradiación, o varios, en correspondencia con el mundo de deseos de esa alma Ella focaliza por tanto determinadas órbitas energéticas del aura del ser humano, a fin de que este estimule determinados aspectos por medio de sus pensamientos y actos. Lo que en el ser humano tal vez se hallaba solo latente al principio, probablemente se manifieste entonces debido a los repetidos pensamientos.
Por ejemplo, la persona va pensando y pensando de manera cada vez más vehemente. Al hacerlo surgen en ella imágenes sobre lo que sería posible, y luego permite que a su mundo de deseos le sigan los hechos. Así va incrementando su energía, que automáticamente se trasfiere a su aura. El alma que a través de focalizar ha liberado energía en el ser humano, está enganchada a ese ser humano como a un dispositivo de infusión gota a gota. El alma extrae entonces del aura de su víctima tanta energía como necesita para poder estimar otro vicio en otro ser humano, y así satisfacérselo a través del nuevo suministrador de energía.
En nuestro mundo casi no hay fronteras, en cuanto a satisfacerse los vicios, la codicia, el afán de poder y otras muchas cosas, aunque sea con los engendros virtuales de la imaginación, posible en Internet.
La mayoría de las personas no son conscientes de que todo es energía y de que ninguna energía se pierde. Es como si el ser humano a veces tuviera una venda en los ojos, porque más de uno de nosotros, ha leído acerca de las interrelaciones energéticas, y a pesar de ello es de la opinión de que eso a él no le concierne.
Preguntémonos: ¿por qué no habría de concernirnos, precisamente a uno mismo en particular? ¿Estamos fuera del alcance de los cosmos, o no nos ponemos en tela de juicio a nosotros mismos, a nuestra forma de pensar, hablar y obrar? Da igual cómo piense el ser humano al respecto: él está detalladamente grabado y seguirá registrado; porque todos los contenidos de nuestros sentimientos, sensaciones, pensamientos, palabras y actos, es decir la totalidad de nuestras formas de comportamiento, son grabados.
Todos los modos innobles de comportamiento, que no están en la ley superior y absoluta, la ley universal, se mueven en el principio satánico de Siembra y cosecha o, como de paso decimos los seres humanos, en el principio Acción es igual a reacción.

Con sus modos de comportamiento, cada uno de nosotros en particular está orientado incesantemente a emitir y recibir. Sobre las ondas de emisión y recepción de cada cual pueden influir, según sean sus frecuencias, iguales potenciales de emisión de almas. Esto sucede cuando almas atadas a la tierra pueden hacer mal uso de un determinado volumen de frecuencias, para alcanzar sus fines. En ello consiste un peligro de nuestro mundo. El otro es de una amplitud aún mayor, a saber, la influencia de demonios del Estado de los demonios, que junto a otras fuerzas negativas se halla ubicado en los ámbitos inferiores del cosmos de sustancia sutil y del cosmos material.
El estado de los demonios sigue aún atrapado en la ilusión de disolver la creación de Dios, aunque Jesús de Nazaret con Su energía redentora trajo el medio eficaz contra la disolución de todas las formas divinas. Él utilizó desde lo absoluto su fuerza energética indisoluble, para salvar de la disolución a la creación divina eterna, a todas las formas de la existencia divina.
¿En qué consiste el obrar funesto de los demonios? Lo demonios no se contentan con el potencial de energía de seres humanos específicos, tal como lo hacen almas específicas atadas a la tierra. Los demonios influyen sobre grupos enteros de seres humanos, sobre pequeños o grandes grupos. Allí donde se reúnen masas de personas están ellos manos a la obra para inflamar a las masas y arrastrarlas a un remolino de energía agresiva, para poner a las gentes aún más furiosas, a fin de succionar corrientes energéticas, es decir conglomerados de energía negativas. Estas cargas de energía concentradas las utilizan de nuevo hábilmente para causar más males en el mundo, una vez más por medio de personas que están al servicio de las fuerzas oscuras.
Al comienzo de los acontecimientos de La caída, el eterno, el creador de toda existencia, solamente prestó una cierta cantidad de energía a los seres renegados del reino de Dios. Para ninguna actividad contraria a la ley divina, tanto en pequeña como en gran escala, como tampoco para los obsesionados por el dinero y el poder ha dado Dios energía adicional alguna, ni la dará. Esto significa que cada ser humano ávido de lucro, cada alma atada a la tierra, o los demonios, necesitan energía de seres humanos para poder vivir su desenfrenado mundo de deseos en la tierra y entre los seres humanos, ya sea a gran escala o individualmente.
Cada pensamiento innoble, cualquier comportamiento que no forma parte de la fuerza de creación universal puede ser impulsado y reforzado por fuerzas contrarias a la ley divina a través del principio emitir y recibir.

Editorial Gabriele
Español
ISBN: 978-3-89201-782-0
Ref.: B340es
E-book
Precio: 8,99 €

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