

- Abiertos
eBook La verdadera escuela es la vida Tomo I
- Sevilla, Andalucía, España
- 1 semana ago
- 10 views
Aprende a amar – son tres palabras: Aprende a amar. En estas palabras está todo el camino que cada uno de nosotros debe seguir para recuperar, paso a paso, nuestra herencia divina, que es el amor a Dios.
Recordemos el mandamiento principal: “Ama a Dios de todo corazón. Ama a Dios con toda tu alma, con todas tus fuerzas, y a tu prójimo como a ti mismo”.
Tres aspectos del amor: Ama a Dios, a tu prójimo y a ti mismo.
Muchos dicen que es un camino difícil amar a Dios con todas nuestras fuerzas y también amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Cómo nos amamos a nosotros mismos, son solo los pasos hacia el amor, pero aún no es nuestra herencia divina, la corriente de amor en la que se mueven todos los seres puros.
Ahora la pregunta para todos nosotros: ¿Cómo nos amamos? Porque se dice que debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. A menudo se llega a un triste análisis. Nos amamos a nosotros mismos en el sentido de que rara vez nos preguntamos si lo que pensamos, hablamos y hacemos corresponde al amor de Dios. Para nosotros, nuestra forma de pensar, hablar y actuar es “objetiva”, eso somos nosotros, eso es cada uno mismo.
Más de uno dirá: “Yo no me quiero a mí mismo. Este no es mi caso”. Pero preguntémonos: ¿Cómo es cuando uno de nuestros semejantes nos describe o incluso nos critica con palabras como: “Te desprecio, no dominas tu profesión, ¿tu oficio? No eres una persona sociable, eres inmoral”, o incluso cuando nos dice a la cara: ¡Eres malo!, ¡Eres mala! ¿Cómo nos sentimos? ¿Cómo reaccionamos? ¿Permanecemos tranquilos, en la firmeza interna de que descansamos en el amor a Dios, que no nos sostiene, sino que simplemente es? ¿O recordamos ciertas situaciones y nos rebelamos porque no nos vemos como nos ve el otro? ¿Qué pasa entonces?
Si nos rebelamos, tenemos que decir que amamos nuestro ego, nos amamos a nosotros mismos más de lo que amamos a quien tal vez ha descrito nuestras características, que puede que incluso con ello haya querido ayudarnos. Así que nos queremos más a nosotros mismos. Nuestro prójimo solo agitó nuestro amor personal, es decir, nuestro amor autocomplaciente que queríamos conservar.
¿Y qué ocurre entonces cuando reaccionamos de esa manera? Dirigimos los dardos al prójimo por atreverse a describirnos –es decir, a “criticarnos”- y tenemos que confesar que nuestro amor personal no tolera los “ataques”. ¿Por qué? Porque nos creemos mejores y más listos. Es decir, nos amamos más a notros mismos que a quien nos ha caracterizado. ¿Es esto verdadero amor?
O sea que nosotros mismos debemos aprender a volver a ser capaces de amar desde nuestro interior. ¿Cómo comienza? Disculpándose, perdonando, con el circuito de la purificación.
En realidad, es triste si tenemos que hablar del amor a Dios y al prójimo, siendo todos los hijos de un amor, hijos del Padre eterno que nos contempló en el corazón, en Su gran corazón primario y nos hizo nacer de Su gran corazón primario del amor como seres del amor.
Muchas personas hablan del amor, y eso no es otra cosa que la añoranza por el amor, la añoranza de sentirse acogidas. ¿De dónde viene la añoranza por el amor, por el acogimiento? A fin de cuentas, del fondo primario de nuestra alma, pues en el fondo primario de nuestra alma somos seres del amor. En el fondo primario de nuestra alma está el gran amor de Dios, el amor que llama incansablemente en nuestra alma y en el portal que conduce a la consciencia del ser humano.
Esta llamada de nuestro Ser más interno, la llamada de Dios al portal de nuestra consciencia, la definimos como añoranza de amor, añoranza de recogimiento. Si no los recibimos, calificamos a nuestro prójimo de despiadado y en ciertos casos tal vez lo menospreciamos porque no nos da lo que anhelamos. Si recibimos un soplo de amor puramente humano de nuestro prójimo, nos sentimos brevemente felices. Pero si la brisa de ese amor humano desaparece, seguimos sintiendo añoranza por el amor. Con esto nos hemos ensombrecido cada vez más, porque constantemente esperamos que alguien nos dé el amor que añoramos y que por último está en lo más profundo de nuestra alma. En ese caso empezamos a actuar contra nuestro prójimo. Lo menospreciamos, esperamos de él lo que al fin de cuentas él tampoco nos puede dar, porque él también se ha ensombrecido como nosotros mismos. Pues también él busca el amor. Ambos buscan amor. Todos buscan amor y ningún ser humano nos puede dar amor, ¿por qué? Porque cada uno busca.
Español
ISBN: 978-3-96446-543-6
Ref.: B552es
e-book
Precio 4,99 €
Leave Feedback About This
There are no reviews yet.